viernes, enero 12, 2007

El catolicismo de Apple

Interesantísima la entrada de hoy de Pepe Cervera. La reflexión es una de las preguntas que me llevo haciendo hace tiempo, tanto en el campo que el lo aplica, la informática, como en otros aspectos de la vida.

En general, es más fácil recurrir a herramientas cerradas, a la perfección (o casi) sin posibilidad de fallo. El problema de este tipo de soluciones es que rara vez se adecúa a las necesidades específicas de cada persona o sociedad. Digo esto último porque el mismo principio (estabilidad frente a crecimiento, seguridad frente a riesgo) se ha venido viendo en la Política (la mayúscula es para diferenciar la Pólítica de lo que hacen los políticos, la política con minúsculas). Un ejemplo es el modelo marxista-leninista. La teoría es buena apriori, un estado que controla todo y satisface las necesidades individuales por un igual. Sin embargo, la práctica lleva al fracaso porque, al final, las sociedades están compuestas de indivíduos que tienen necesidades y deseos distintos.

El caso del iPhone de Apple es paradigmático. Un (en principio) excelente producto, con el gran know-how que caracteriza a Apple en el interfaz de usuario, pero limitado por un entorno cerrado, sin posibilidad de personalización más allá del cambio del fondo de pantalla.

Llevo bastantes años trabajando con soluciones profesionales para empresas, equipos que cuestan muchos miles de euros y de los que depende la producción de muchas personas. Son equipos muy cerrados, con funciones muy específicas. Sin embargo, al final cada empresa necesita personalizarlos de una forma u otra, para adaptarlos a su particular forma de trabajo, con lo que, a veces, se pierde algo en fiabilidad al salirse en cierta manera de las especificaciones del fabricante.

La batalla entre la excelencia y la libertad, entre la fiabilidad y la personalización, es eterna.

1 comentario:

Rita Peich dijo...

Precisamente creo que la "posibilidad de customización" es una de los criterios importantes que se evalúan a la hora de medir la excelencia de algo como un teléfono móvil, y la ausencia de ella hace que, al menos yo, me lo pensara a la hora de gastarme la pasta que seguramente cuesta.

No estamos hablando de un aparato para reproducción de música, como puede ser el iPod, sino de algo más complejo, con muchísimas más funciones y que tiene forzosamente que dar más juego.

No conozco el aparatito de marras, pero estoy esperando a que caiga uno en mis garras para empezar a toquetearlo :)