martes, enero 30, 2007

Los terroristas están venciendo

Cámaras de rayos X que muestran a la gente desnuda - 20minutos.es

La esencia de la democracia y del estado de derecho es el respeto a los derechos individuales y la libertad. Con las medidas que ciertos gobiernos están propugnando presuntamente contra el terrorismo, lo que están consiguiendo es que esas libertades estén cada vez más mermadas.

Hace unas semanas, escuché que a J. J. Benítez (personaje con el que no concuerdo en ideas, pero que que tiene todo mi respeto como persona) lo retuvieron durante varias horas en la aduada de Dallas. ¿El motivo? En el pasaporte aparecía un visado de Jordania. Lo curioso del caso es que había estado allí presentando su último "Caballo de troya" invitado por el gobierno jordano, a la sazón aliado de Estados Unidos.

Sin ir más lejos, en nuestro país, cuando a una persona (que es un asesino, pero que ya cumplió la condena por ello, y según el código penal de 1973) le condenan a 12 años de carcel y se le niega la libertad provisional vigilada (está en prisión preventiva a falta de resolución del recurso) con grave riesgo para su vida, por unos artículos cuyo contenido es muchísimo más suave que lo que se oye en ciertas tertulias radiofónicas; cuando a un presidente de gobierno autonómico es llevado a juicio por cometer el delito de ¡¡hablar!! con unas personas que, nos guste o no, representan en la práctica a un porcentaje interesante del pueblo vasco; cuando volar ha dejado de ser un medio agradable de viajar para convertirse en una pesadilla; cuando cedemos y dejamos que nuestros derechos sean pisoteados en nombre de la seguridad, no puedo dejar de recordar a Franklin:

"Quien renuncia a la libertad para conseguir seguridad, no merece ni lo uno ni lo otro"

viernes, enero 12, 2007

El catolicismo de Apple

Interesantísima la entrada de hoy de Pepe Cervera. La reflexión es una de las preguntas que me llevo haciendo hace tiempo, tanto en el campo que el lo aplica, la informática, como en otros aspectos de la vida.

En general, es más fácil recurrir a herramientas cerradas, a la perfección (o casi) sin posibilidad de fallo. El problema de este tipo de soluciones es que rara vez se adecúa a las necesidades específicas de cada persona o sociedad. Digo esto último porque el mismo principio (estabilidad frente a crecimiento, seguridad frente a riesgo) se ha venido viendo en la Política (la mayúscula es para diferenciar la Pólítica de lo que hacen los políticos, la política con minúsculas). Un ejemplo es el modelo marxista-leninista. La teoría es buena apriori, un estado que controla todo y satisface las necesidades individuales por un igual. Sin embargo, la práctica lleva al fracaso porque, al final, las sociedades están compuestas de indivíduos que tienen necesidades y deseos distintos.

El caso del iPhone de Apple es paradigmático. Un (en principio) excelente producto, con el gran know-how que caracteriza a Apple en el interfaz de usuario, pero limitado por un entorno cerrado, sin posibilidad de personalización más allá del cambio del fondo de pantalla.

Llevo bastantes años trabajando con soluciones profesionales para empresas, equipos que cuestan muchos miles de euros y de los que depende la producción de muchas personas. Son equipos muy cerrados, con funciones muy específicas. Sin embargo, al final cada empresa necesita personalizarlos de una forma u otra, para adaptarlos a su particular forma de trabajo, con lo que, a veces, se pierde algo en fiabilidad al salirse en cierta manera de las especificaciones del fabricante.

La batalla entre la excelencia y la libertad, entre la fiabilidad y la personalización, es eterna.