miércoles, septiembre 22, 2010

Financiarización de la economía (I)

Hubo un tiempo, hace unos cuantos milenios, en el que la riqueza era algo material y tangible. Eras rico si tenías alimentos, vestidos, un sitio donde dormir.

Con el paso del tiempo y, sobre todo, con la especialización de la producción, se encontró que el sistema de riquezas físicas era muy complicado. Si yo hago zapatos y tu cultivas zanahorias, es interesante que podamos intercambiar nuestros productos, pero no voy a ser capaz de comer tantas zanahorias como el equivalente en zapatos. Surge así un medio para intercambiar las cosas, el dinero, en el que un material (generalmente, metales preciosos acuñados en forma de moneda para tener una referencia) representa la capacidad de comprar algo. Ese dinero tiene su valor en función de su propia escasez: Si hay en una sociedad cerrada 10 kilos de oro, ese oro puede representar el valor de la producción total de esa sociedad. Pongamos que, en ese entorno, 2 gramos de oro equivalen a un par de zapatos.

De repente, un miembro de esa sociedad encuentra una pepita de cien gramos de oro. En principio, podría parecer que la riqueza de la sociedad se ha incrementado en un 1 %. Realmente, lo que pasa es que esos 10 kilos de oro que representan a toda la riqueza se han depreciado, puesto que ahora son 10,1 kilos los que representan esa riqueza. En la práctica, los zapatos han pasado a costar 2,02 gramos de oro. Tenemos inflacción.

El mismo caso se dará si, de repente, el zapatero enferma y ya no produce los mismos zapatos: estos se hacen escasos, la gente está dispuesta a pagar más por unos zapatos (más oro, que corresponde a más zanahorias) y el precio de los zapatos sube. Al contrario, si la cosecha de zanahorias es muy abundante, la gente se harta de comer zanahorias, paga menos por ellas y el precio baja. Es decir, un par de zapatos que costaba 2 gramos, ahora cuesta tres, y un kilo de zanahorias que antes costaba 1 gramo, ahora cuesta medio. Por lo tanto, un par de zapatos, que costaba dos kilos de zanahorias, ahora cuesta seis. El zapatero es más rico y el agricultor más pobre.

Estas reglas son las básicas de la economía de mercado, y son muy anteriores al capitalismo. En todo caso, lo más básico es que el dinero (que tiene un valor ficticio) siempre está representando algo real (un producto, un servicio). Esta relación permaneció así por muchos siglos, con pequeñas variaciones.

Sin embargo, en un proceso que empieza en la Baja Edad Media, se afianza en el Renacimiento y cobra toda su fuerza en el siglo pasado, el dinero ha ido dejando esa función de representación para convertirse en un producto per se, que puede producirse e, incluso, crearse de la nada.

Comentaba que, durante siglos, el dinero tenía forma sólida: monedas de oro y plata. El valor de esas monedas correspondía al del metal del que estaban formadas. Con el paso del tiempo y la expansión del comercio, se hizo cada vez más incómodo e inseguro el transportar el oro que era necesario para comprar las mercancias, así que se popularizaron las cartas de pago y letras de cambio, que no son más que cartas en las que le dices a una persona que le dé una cantidad de dinero metálico a otra en otra ciudad, bajo la promesa de que tu se la pagarás más tarde con un interés. Este intercambio de letras derivó en la creación de cuentas (yo anoto lo que me deben, y uso esa anotación para generarle a el otra carta de pago para el comercio en el sentido contrario) y, de esta forma, el dinero fue poco a poco dejando de ser un objeto metálico y convirtiendose en una cifra en un libro de cuentas.

Como estas cuentas no reflejaban sólo el dinero metálico que habíamos prestado, sino que incluían los intereses, empezó a aparecer una cantidad de dinero contable que no estaba reflejado en dinero metálico. Si yo recibo una carta de pago en la que me dices que le dé 10 monedas a un mercader a cambio de que me devuelvas 11, yo lo anoto en mi libro y lo uso para luego pagar una deuda de 11 monedas, he creado de la nada una moneda que antes no existía. Yo soy una moneda más rico sin haber producido nada, y sin existir de verdad esa moneda. Como el conjunto de dinero de la sociedad se ha incrementado, pero los bienes permanecen, se produce una inflación correspondiente al peso de esa moneda en el conjunto de dinero total.

Esto deriva, al final, en que el prestador se enriquece (en bienes materiales) a costa del productor. Generando dinero ficticio, va tomando el control sobre cada vez más y más parte de la economía. Como no hay tanto dinero físico como dinero virtual, el conjunto de la sociedad jamás podrá pagar la deuda completa, con lo cual necesitan nuevos créditos. Así, la riqueza real (elementos físicos, servicios) cada vez generan más y más riqueza para el banco, sin realmente producir nada.

Ojo, los bancos son necesarios en la sociedad avanzada, en la que realizan la función de agrupar pequeños prestamistas (impositores que dejan sus ahorros en el banco) para financiar proyectos, empresas y la economía. Durante siglos, aún ganando control sobre las fuentes de riqueza, los bancos estaban embebidos en la economía real. Los ingresos provenían de fuentes de riqueza física (materias primas y manufacturadas, servicios, comercio -que no deja de ser un servicio-) y se prestaba dinero para generar más riqueza.

Sin embargo, a partir de la década de los 70 del siglo pasado, y sobre todo en la de los 80, se produjo una explosión de la “ingeniería financiera”. Se dejo de lado la economía real y se empezaron a emplear artificios matemáticos para crear dinero fuera de la realidad.

(Continuará)

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